Sudán

Abington 
Arrecife cercano al de Angarosh, en la región norte de Sudán, que sobresale escasamente de la superficie y que se encuentra  claramente marcado por un faro. Tres cuartas partes de su contorno están formadas por una pared casi vertical en la que los avistamientos de tiburones de arrecife son bastante habituales. En su parte sudeste se forma una ladera con preciosos jardines de coral y la punta sur es visitada ocasionalmente por mantas y tiburones martillo.

Angarosh
Es el punto de buceo más conocido de la zona norte, su nombre en árabe “Um El Kurush” (La madre de los tiburones) da una idea de lo que podemos encontrar. Es una pequeño bajo o  montaña submarina que se eleva desde un fondo de 700m. Las estrellas aquí son los tiburones martillo, los puntas plateadas y un gran banco de barracudas. La inmersión ideal para aquellos buceadores que aman estos animales y buscan emociones fuertes.

Blue Bell
Shab Suadi es el arrecife situado en el norte y no muy alejado de Port Sudan. Es donde se encuentra el pecio del Blue Bell, un carguero moderno, hundido en 1977, repleto de coches y camiones. Es un barco grande, de 104 m. de eslora y 14 de manga, y reposa con el casco invertido.   Este pecio se ha desplazado reciente (finales de 2013) y ha pasado de 25 m hasta 70 m de profundidad, por lo que es muy complicado para el buceo recreativo, quedando solo para buceadores técnicos.

Meeharifa
Al norte de la pequeña isla de Mukawar se encuentra el área de Meeharifa conocida principalmente por los encuentros con las mantas. Aunque están presentes todo el año, el mayor número de ellas se concentran entre los meses de septiembre y diciembre. Es una zona arenosa de poca profundidad (8-10m), con pequeñas islas subiendo desde el fondo y entre las cuales la corriente arrastra el plancton que alimenta a estos majestuosos animales. Los mejores acercamientos se suelen producir en superficie haciendo “snorkel” ya que las mantas son mucho más confiadas que cuando encuentran buceadores soltando burbujas.

Sanganeb
El impresionante arrecife que asciende desde los 800 m. de fondo sobresale de la superficie formando una pequeña isla en la que los ingleses construyeron un faro, todavía en funcionamiento y ocupado ocasionalmente por militares de la marina sudanesa. Prácticamente todo el contorno está formado por paredes verticales que caen al abismo y en las que patrullan los pelágicos: carángidos, barracudas y por supuesto tiburones de varias especies. Las inmersiones en este lugar resumen lo mejor del Mar Rojo ya que además de la posibilidad de observar grandes animales el arrecife está profusamente decorado con  corales de todo tipo y color y una gran abundancia de peces de arrecife.

Sha´ab Rumi -Precontinent II
Este es el lugar donde se asentó en 1963 el famoso hábitat submarino “Precontinent II” de Jacques Cousteau, para realizar multitud de estudios sobre la fisiología del buceo y  donde también se rodaron al mismo tiempo escenas de la película “El mundo sin sol”. En este punto además de recorrer la impresionante estructura recubierta de incrustaciones coralinas y en la que destaca “El platillo volante” también podremos disfrutar de la abundante  cantidad de vida que rodea estos restos, tanto peces como algunos invertebrados.

Sha´ab Rumi Sur
Quizás el punto de buceo más famoso de Sudán. En la punta sur de este arrecife se forma una suave ladera que va desde los 20 a los 30 m. de profundidad cayendo desde aquí en un muro vertical hacia el abismo.

En la parte este y oeste la pared cae desde casi la superficie pero normalmente toda la acción está en la punta sur, donde el arrecife está totalmente tapizado de  coral blando y gorgonias.

Aquí podremos observar casi cualquier especie presente en el Mar Rojo además de las barracudas, carángidos y tiburones de arrecife que han hecho de este lugar su casa. En el transcurso de esta inmersión también es habitual observar otras especies de tiburones como martillos o puntas plateadas e incluso grandes atunes.

Umbría – Wingate
A pocas horas de navegación desde Port Sudán, se localiza el arrecife de Wingate, un punto que podría ser perfecto para una inmersión tradicional pero cuyos corales y peces quedan eclipsados por uno de los pecios más legendarios del mundo: el Umbria.

Construido  en 1911 con capacidad para 2.000 pasajeros y una importante carga de mercancías; durante varios años prestó servicio en la ruta desde Europa a Argentina, hasta que en 1935 pasa a ser propiedad del gobierno italiano. Aún son los años de las colonias en África oriental, y el Umbría sirve de transporte para abastecer a las tropas en Eritrea, Etiopia y Somalia. A finales de mayo de 1940, rumbo a Massaua (Eritrea), zarpa de Messia y alcanza la costa de Sudán, colonia británica en esos años, el 7 de Junio.

Pasa unos días anclado, mientras las autoridades coloniales realizan inspecciones en el barco, concretamente marineros del HMS Grimsboy (Royal Navy) y del HMS Leander (de bandera neozelandesa), hasta que el 10 de Junio  se produce un hecho muy relevante que cambiaría el destino del Umbria: El Duce declara la guerra a Gran Bretaña.

En esos momentos las bodegas del barco contienen 360.000 bombas para la aviación italiana; el capitán Lorenzo Muiesan recibe la noticia por radio, mientras los  Británicos aún no saben nada, y durante una maniobra de simulación de salvamento, decide abrir las válvulas de la sala de máquinas  y hundir el Umbría, para que la carga no caiga en manos del repentino enemigo.

Pocos años después, en octubre de 1949, el buceador y fotógrafo austriaco Hans Hass es el primero en explorar los restos del barco, que yace en un fondo de casi 40 metros. Desde entonces hasta nuestros días, el Umbria se ha mantenido en un excelente estado, reposando sobre su costado de babor. Con una eslora de 153 metros, una enorme superestructura y cinco bodegas, es perfecto para al buceo, ya que sus grandes dimensiones nos permiten profundidades muy escasas con puntos de gran interés.

El buceador que quiera limitarse a un recorrido exterior puede disfrutar de las grandes hélices, las grúas, los winches y todos los elementos de cubierta, literalmente tapizados de esponjas y corales.

Para los que quieran adentrarse en sus bodegas, pero sin grandes complicaciones, este es el pecio perfecto ya que podremos ver cientos de bombas, munición ligera por todas partes, montones de botellas, montañas de sacos de cementos y muchos utensilios, sin necesidad de perder contacto con el exterior, pero si nos gusta explorar los rincones más recónditos, y tenemos la formación y el equipo adecuado, el Umbria nos deparará excelentes momentos.

Uno de los puntos más famosos es la bodega donde permanecen los tres Fiat 1100 o la panadería, con los hornos para preparar pizzas. Otros lugares clave son la sala de máquinas – visita obligada – o el comedor, con un efecto de contraluces realmente único.

En resumen, un pecio indispensable al que podemos dedicarle una inmersión o una semana entera de apasionante exploración.

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